Durante 60 millones de años, los grandes herbívoros —como mastodontes, caballos y antiguos rinocerontes— han modelado los ecosistemas del planeta, actuando como "ingenieros ecológicos" que mantienen el equilibrio mediante el control de la vegetación, la dispersión de semillas y el reciclaje de nutrientes. Un estudio en el que participó el paleontólogo Jose Luis Prado (INCUAPA-CONICET-UNICEN) y publicado en Nature Communications revela cómo estas comunidades resistieron extinciones y migraciones sin perder su funcionalidad ecológica.
Dos eventos marcaron puntos de inflexión. Hace 21 millones de años, la unión entre África y Eurasia permitió migraciones masivas de ungulados, reconfigurando redes tróficas sin alterar la estructura funcional de los ecosistemas. Diez millones de años después, un enfriamiento global favoreció la expansión de pastizales y provocó la evolución de especies adaptadas, sin colapsar la dinámica ecológica.
El equipo analizó datos fósiles de más de 3.000 especies, demostrando que, aunque las especies cambian, los roles ecológicos persisten gracias a la redundancia funcional. Sin embargo, los científicos advierten que la velocidad actual de pérdida de biodiversidad, impulsada por el ser humano, podría superar los límites de resiliencia natural.
El mensaje es claro: conservar la biodiversidad implica preservar las funciones ecológicas esenciales que sostienen la vida en la Tierra.